Sin Datos no hay ESG

ESG

La inversión responsable o sostenible nunca ha sido más crucial.

Creciendo de forma exponencial en los últimos años, la inversión responsable representa en la actualidad un tercio de los activos bajo gestión a nivel global.

Sin embargo, en la actualidad no sabemos si están teniendo un impacto real en los indicadores que más nos importan. Nos faltan los datos.

Los datos ESG (Environmental, Social and Governance) que sustentan la inversión responsable, se focalizan en proteger las inversiones de los riesgos financieros asociados con el cambio climático, el buen gobierno o el ámbito social.

Indirectamente, asumimos que la buena gestión de estos riesgos, medida como buen desempeño ESG, es equivalente a un impacto positivo y medible en la sociedad, pero no siempre es así.

Los datos ESG carecen de una definición común y globalmente aceptada de sus principios, metodologías de cálculo y estándares de reporte.

Existe una gran variedad e inconsistencia en los datos que se utilizan para medir una variable tipo.

Por ejemplo, un estudio de Harvard Business School identifica, que las empresas utilizan más de 20 formas diferentes para reportar datos de salud y seguridad sobre sus empleados.

Dado que partimos de métricas diferentes, no es sorprendente que la correlación entre métricas de distintos proveedores para una misma variable ESG sea mínima.

La opacidad de las métricas finales y metodologías de cálculo de los proveedores de datos ESG crean inconsistencias difíciles de discernir y solventar para inversores, empresas y otros stakeholders.

Los datos ESG carecen de una definición común y globalmente aceptada de sus principios y metodologías de cálculo.

En los próximos años empezaremos a ver, impulsados por COP26 (La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), a reguladores e inversores impulsar el impacto de las inversiones financieras en el mundo real.

Hasta entonces, es necesario mejorar las métricas ESG para dotarlas de mayor claridad, consistencia y transparencia, de forma que sean verdaderamente confiables, comparables y, sobre todo, relevantes.

Con mejores datos, será posible orientar mejor la inversión sostenible hacia el cumplimiento de los ODS, complementando la inversión pública y movilizando los billones de dólares necesarios para hacer frente a los grandes retos que tenemos por delante.

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