De manera literal, ESG es el acrónimo en el idioma inglés de: Environment, Social and Governance, que resume los tres pilares o criterios sobre los cuales las organizaciones pueden incorporar conceptos de sostenibilidad a sus negocios.

Y su acrónimo en castellano es ASG (Ambiental, Social y Gobierno Corporativo).

ESG surge de la necesidad de adaptar las estrategias corporativas para asegurar que los negocios sean sostenibles en el tiempo y que respondan adecuadamente a los cambios dramáticos que estamos viviendo en nuestro planeta.
 
Dichas oportunidades no solo han de visualizarse desde la perspectiva del rendimiento financiero o creación de valor únicamente para el accionista, sino también debe relacionarse con el logro de objetivos ambientales y sociales.

En el centro de los criterios ESG está la sencilla idea de que las empresas tienen más probabilidades de tener éxito y generar excelentes rentabilidades si crean valor para todos sus grupos de interés —empleados/as, clientes, proveedores y la sociedad en general, incluido el medioambiente— y no solo para la empresa.

Por consiguiente, el análisis ESG se centra en el servicio que las empresas prestan a la sociedad y en sus efectos en los resultados actuales y futuros.

El análisis ESG no sólo trata de lo que la empresa hace actualmente. La consideración de las tendencias futuras tiene una importancia fundamental y debería incluir esencialmente el cambio disruptivo que puede tener consecuencias importantes para los beneficios futuros de una empresa o su propia existencia.

Algunos ejemplos

La reducción de costes, el mejoramiento de la salud y bienestar, la potencialización de la relación y el trabajo colaborativo con las comunidades e instituciones de gobierno, el crecimiento e innovación.

Se recomienda incorporar los pilares de ESG en el ADN de la organización, que va desde la estrategia y la medición hasta el reporte y el aseguramiento.

Se debe crear un propósito corporativo incorporando los criterios ESG.